Uno de los tipos de
violencia más cobardes que podemos detectar es aquella que se lleva detrás de
las puertas de un hogar. Me refiero al maltrato que en su mayoría sufren las
mujeres por parte de quienes les prometieron amarlas y respetarlas por el resto
de sus vidas…¡sus esposos!
Lo anterior no es una regla
ya que se tiene evidencia de que también esta práctica es realizada de esposas
a su cónyuge.
Ya que este tema es muy
extenso y actualmente (de manera temporal), no puedo escribir mucho, me
limitaré a darte una guía para que puedas detectar si eres víctima o conoces a
alguien que sí lo es, de esta terrible pero triste realidad de algunos “hogares”
si así se les puede llamar.
Este tipo de violencia
psicológica es muy sutil, ya que a diferencia del maltrato físico, nunca vamos
a poder encontrar de manera objetiva sus huellas, tales como moretones u otras
evidencias afines. No obstante lo anterior y de manera subjetiva, un ojo
perspicaz o entrenado puede detectar a aquella mujer que sufre esta forma de
maltrato por los signos en su comportamiento o los síntomas que ella puede
referir.
Uno de los mejores escritos
sobre el tema que he leído, es el de “Abuso verbal” de Patricia Evans, para lo
cual me permitiré citar algunas de sus aportaciones.
Para empezar, una de las características
del abuso verbal son que:
- El abusador niega su conducta, o sea, él es una “blanca palomita”.
- Normalmente el abuso se perpetra a puertas cerradas, o sea, que ante la sociedad, todo puede aparentar estar bien en el matrimonio implicado.
- La violencia física es precedida siempre por violencia verbal. Esto es de mayor relevancia ya que es una alarma para una mujer que sufre violencia verbal sin violencia física, ya que esto es como una escalera descendente en la que poco a poco, peldaño por peldaño, el abusador pasa de ataques verbales cada vez más hirientes…hasta la violencia física, llegando en el extremo de los casos al homicidio.