¿Cuántas veces hemos juzgado a otras personas o a nosotros mismos, diciendo quién es inteligente y quién no lo es? Tengo la certeza de que todos lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida pero ¿por qué lo hacemos? La verdad, para poder responder a este cuestionamiento nos encontraríamos ante un inmenso abanico de explicaciones y respuestas posibles, y solo quiero enfocarme a algunas de ellas.
A inicios de la década de los 70´s, se hizo mucho hincapié en los Estados Unidos sobre la medición del Coeficiente Intelectual (Cociente Intelectual). Fue tanto el furor que esto despertó en la comunidad científica, que no se tomó mucho tiempo la aparición de predicciones e interpretaciones en cuanto al mismo.
A partir de aquí, se teorizó que las personas que tuvieran un C.I. igual o por encima de un determinado valor, tendrían mejores oportunidades laborales y un mejor desempeño académico por sobre aquellos “infortunados” que no alcanzaran los valores establecidos.
Bueno, la buena noticia es que en realidad la inteligencia; término que a la fecha no hemos podido definir con claridad y certeza, no está supeditada exclusivamente a nuestra capacidad para resolver problemas del orden lógico-matemático, sino más bien, ésta es solo una manifestación de los distintos tipos de inteligencia que podríamos exhibir.
Un psicólogo llamado Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, revolucionó el concepto de inteligencia al mencionar que ésta no es una cantidad que pueda ser medida por la asignación de un número (como es el caso del C.I.)., sino que existen distintos tipos de inteligencia. Estos tipos son los siguientes:
Inteligencia lógico-matemática:
Es la que utilizamos para resolver problemas de lógica y matemáticas. Es la inteligencia que tienen los científicos. Se corresponde con el modo de pensamiento del hemisferio lógico y con lo que nuestra cultura ha considerado siempre como la única inteligencia.
Inteligencia Lingüística:
Es la que tienen los escritores, los poetas, los buenos redactores, etc. Las personas que la tienen, utilizan ambos hemisferios del cerebro.
Inteligencia Espacial:
Consiste en formar un modelo mental del mundo en tres dimensiones. Es la inteligencia que tienen los marineros, los ingenieros, los cirujanos, los escultores, los arquitectos, los decoradores, etc.
Inteligencia Musical:
Es naturalmente, la de los cantantes, compositores, músicos, arreglistas, bailarines, etc.
Inteligencia Corporal-Cinestésica:
Es la capacidad de utilizar nuestro propio cuerpo para realizar actividades o resolver problemas. Es la inteligencia de los deportistas, los artesanos, los cirujanos y los bailarines.
Inteligencia Naturalista:
Es aquella que utilizamos cuando observamos y estudiamos la naturaleza. Es la que demuestran los biólogos o los herbolarios.
Inteligencia Intrapersonal:
Es la que nos permite entendernos a nosotros mismos. No está relacionada a ninguna actividad concreta.
Inteligencia Interpersonal:
Es la que nos permite entender a los demás, y la solemos encontrar en los buenos vendedores, políticos, profesores o terapeutas.
Conclusiones:
De acuerdo a lo anteriormente descrito, resultaría incorrecto e inapropiado juzgar a una persona por su desempeño académico o laboral en un área específica. Imaginemos lo que le diríamos (con el paradigma anterior del C.I.), a un niño Albert Einstein por no saber encestar la pelota tan bien como quisiéramos o a un niño Wolfang Amadeus Mozart por no ser tan ducho en las matemáticas.
Creo que debemos considerar con sumo cuidado nuestras actitudes la próxima vez que queramos juzgar a alguien por su capacidad o inteligencia. Creo firmemente que lo que se necesita de parte de padres, maestros, asesores y empresarios, es buscar cuál es el área de aptitud del individuo para que con este fin, pueda desarrollar su máximo potencial y logre la realización como persona y porqué no, pueda afectar muy positivamente a nuestra sociedad.
¡Un abrazo!
Hola, me ha gustado tu blog
ResponderEliminarmuy buena info, gracias¡
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